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Archive for febrero 2012

Antes de emprender un proyecto…

Antes de iniciar algún proyecto les recomiendo este artículo. Espero les sea funcional.

¿Eres de los que empieza muchos proyectos ilusionado para luego dejarlos a medias? Se empiezan muchas cosas pero no las acaban, que enseguida pierden la motivación, se desaniman y abandonan.

Si te sientes identificado no te preocupes, no eres el único. Lo importante es que determines cuál es la causa de ese comportamiento, que no deja de ser otra forma de autosabotaje que te impide conseguir tus metas y llevar a cabo tus proyectos con éxito.

Estas son las cuatro razones principales por las que no terminas lo que empiezas (las soluciones, después):

1. No tienes paciencia y quieres resultados rápidos

¿Eres de esas personas impacientes que en cuanto no tienen resultados rápidos abandona el proyecto que tiene entre manos? Tener poca paciencia es algo muy extendido hoy en día y por desgracia es difícil de cambiar (por experiencia lo digo). Pero es importante que modifiques tu estrategia si quieres ver cambios y resultados y, sobre todo, si deseas sentirte satisfecha con tus proyectos. Si sigues como ahora lo único que conseguirás es dispersarte, no obtener resultados y, al final, sentirte frustrada e incluso incompetente, con la creencia de que eres incapaz de acabar las cosas.

2. No te planificas bien

Partimos del hecho de que sabes lo que quieres y ya has dado los primeros pasos, pero más allá de ahí, se acabó. El problema es que no tienes un plan paso a paso con objetivos, fechas límite y pequeñas acciones diarias que tomar. Lo he dicho muchas veces, sin plan, no llegarás muy lejos.

3. No te centras

Muy relacionado con el punto anterior. Como no tienes un plan, te dispersas, dejas las cosas a medias, pierdes el tiempo, te quedas pensando qué hacer ahora, en lugar de seguir una serie de pasos previamente meditados que te ahorran tiempo y te permiten estar centrada, actuar y, por tanto, conseguir resultados.

4. No es lo que quieres (es lo que deberías querer)

Ya lo he mencionado otras veces, cuando haces lo que “deberías” querer en lugar de lo que quieres se produce una división interna y acabas saboteando cualquier cosa que hagas; quizá con la excusa de que no tienes resultados o de que eres despistada o lo que se te pase por la cabeza, cuando la realidad es que no te interesa ese proyecto lo más mínimo.

Cualquiera que sea tu razón o situación hay algo que puedes hacer para solucionarlo:

● Crear un plan de acción. Fundamental, el primer paso a a dar; con objetivos a corto y largo plazo, con fecha límite y dividiendo cada objetivo en pequeñas acciones que puedas llevar a cabo fácilmente.

● Si quieres conseguir resultados rápidos procura priorizar aquellas acciones que te den mejores resultados. Para ello tendrás que pasar a la acción también rápido dejando miedos y dudas a un lado, pero es lo que te conseguirá resultados que te motiven e impulsen a seguir adelante.

● Tener una razón para llevar a cabo el proyecto, una razón que cuando flaquees o dudes te ayude a seguir adelante.

● Reconocer tus logros. Otra de las razones por las que no acabas lo que empiezas es porque no ves movimiento, no ves avances. Por eso es importante que reconozcas y premies los logros, que cada día te preguntes “¿qué he hecho hoy de lo que puedo estar orgullosa?” Eso te dará un empujón de motivación para seguir adelante.

Aparte de eso, piensa que en esta vida hay que ser perseverante y trabajador, las cosas ni se regalan ni se consiguen sin esfuerzo. Puede que veas a alguien que ha conseguido el éxito y pienses que esa persona es especial o que ha tenido suerte; pero te equivocas, lo que ha tenido es perseverancia y trabajo. Como leí hace poco, uno se fija en el éxito pero no en el sacrificio que hay detrás.

Así que ya sabes, párate a pensar qué es lo que tú quieres, haz las cuatro cosas que acabo de mencionar y rodeate de gente que te apoye y te anime. Verás que así consigues acabar las cosas, tener resultados y, lo más importante, sentirte orgullosa y satisfecha con lo que haces.

Supérate…Explota y aprovecha tus habilidades

Qué tanto conocemos nuestra habilidades, qué tanto la valoramos y la administramos en la justa medida para superarnos y superar los temores de nuestro inconsciente que muchas veces nos sumergen en un abismo. El siguiente artículo nos refiere al autoconocimiento y el aprovechamiento de nuestras habilidades que nos enmarca como talentosos… eso sí conócete y valórate primero.    

Todos los seres humanos tenemos habilidades naturales, absolutamente todos; incluso la mayoría poseemos más destrezas de las que nos hemos dado cuenta que tenemos. Recordemos la historia de las escrituras acerca de un hombre que antes de partir a un largo viaje llamó a tres de sus empleados para distribuirles sus bienes para que los manejaran en su ausencia. Curiosamente la moneda en curso de aquella época se llamaba “talento”. Así, a uno entregó diez talentos, a otro cinco y al último uno. Al regresar de su travesía los reunió y les pidió cuentas de lo recibido. El primero entregó los diez recibidos más otro tanto que obtuvo al ponerlos a trabajar; el segundo también duplicó su cuota y el tercero simplemente regresó el talento recibido, ya que por temor a perderlo lo guardó hasta el regreso de su patrón.

Cuando era niño participé en varios equipos de béisbol. Siendo sincero nunca destaqué en este deporte, sin embargo me gustaba mucho, hasta la fecha disfruto viendo los juegos. Al entrar a la adolescencia descubrí el futbol soccer. Este deporte no sólo me encantó, sino que también me di cuenta que poseía más habilidad para practicarlo que la que tenía con los bates y guantes. Obviamente el hecho de jugarlo en un nivel aceptable me permitió disfrutarlo más que al béisbol. Otra actividad deportiva que practiqué fueron las carreras de grandes distancias. Aunque no era de los que llegaban entre los primeros lugares mi desempeño no era malo, sobre todo si se trataba de competencias de más de diez kilómetros.

Cuando me fui a vivir durante un ciclo escolar a Estados Unidos, me incorporé al equipo de atletismo porque en el poblado en que residí no había equipo de soccer. Para mi desgracia las competencias más largas eran de mil seiscientos metros; demasiado cortas y rápidas para mí. Por lo mismo me vi orillado a ingresar al equipo de caminata. Nunca había practicado esa disciplina. El puro hecho de pensar que tenía que mover las caderas de forma graciosa me daba pena. Sin embargo la entrenadora del equipo me dio sólo dos opciones: iniciarme en la marcha o salirme del equipo de atletismo. Elegí la caminata a pesar de su “movimiento sexy”.

Para mi sorpresa resulté ser un excelente marchista. La mayoría de las ocasiones terminaba las competencias entres las tres primeras posiciones. Descubrí que poseía más habilidad para la caminata que para las carreras de fondo. Este evento me permitió darme cuenta que los seres humanos poseemos más talentos de los que estamos usando. Recuerdo a una amiga que antes de cumplir cuarenta años pintó su primer cuadro. Nunca antes había intentado hacerlo. Ahora la pintura es una de sus principales actividades y pasiones, y lo hace muy bien.

Démonos cuenta, somos excelentes para algo que aún no hemos intentado. Para descubrirlo sólo debemos atrevernos a practicar actividades nuevas o diferentes. Le invito a atreverse a intentarlo. Quizás requiere retomar gustos, aficiones y prácticas que abandonó desde su juventud y que tanto le gustaban, le aseguro que no se arrepentirá. Al pensar en dones y talentos no piense solamente en actividades deportivas y artísticas, recuerde que hay muchas otras habilidades que solemos ignorar y que también son importantes y satisfactorias: saber escuchar, dar consejos, analizar situaciones, capacidad de síntesis, aprendizaje de idiomas, facilidad para las relaciones humanas, cocinar, repostería, distinguir e identificar olores, sentido de orientación, manejo de ordenadores o computadoras, tener sentido del humor, coordinar actividades, dirigir gente y muchas otras más.

Regresando a la historia bíblica del hombre que repartió los talentos, éste, al conocer lo que cada uno de sus colaboradores había hecho con lo que les había dado, regresó a los dos primeros todos los talentos que tenían y habían reproducido (a uno veinte y al otro diez). En cuanto al temeroso, simplemente le quitó el bien y se lo entregó al que tenía veinte. La lección es sencilla, las habilidades que poseemos son regalos de parte de Dios para que las utilicemos, no para esconderlas. Cuando las usamos se reproducen y cada vez poseemos más o somos más diestros. No permitamos que el miedo, la vergüenza o el conformismo nos impidan disfrutar de todas las destrezas que hemos recibido. Estoy convencido que nuestros talentos tienen mucho que ver con el disfrute de la vida e incluso ingresos que podemos generar. A fin de cuentas, quien es bueno en algo lo disfruta y lo hace bien y cuando esa combinación aparece, por lo general lo que se produce es verdadera prosperidad.

Autor: Rafael Ayala

Autoayuda y superación personal